Como un huésped de palabras en el hospitalario autor, en el hospitalario libro. “Los inspirados pulmones de bronce / que vendían pañuelos descartables / en avenida de mayo y nueve de julio”; la oveja “que convulsiona en el barro”. No hay un súper yogui de las emociones escribiendo “de esto y de nada más”. ¿Una oveja que convulsiona en el barro? ¡Pulmones de bronce! De algún modo, hay un poeta y una naturaleza que respiran con dificultad, pero es al mismo tiempo ese mundo de travesías astilladas, un giro, un abrazo en el color de las cosas: “con paciencia como si estuviese viendo oxidarse una parra / en un patio en catamarca”. La erosión, como un alma que se instala en todas las cosas, respira como nosotros, altera, como nosotros. ¿Es algo, es alguien, es todo lo que nos queda? En el cuerpo, en la naturaleza, en la economía. Tal vez la misma idea de erosión, como un alma de nuestro presente alterando el cuerpo, la naturaleza, la poesía. ¿Cómo anidar poéticamente desde “las empresas tabacaleras más importantes de los ee.uu” hasta unos “senegaleses deshojados / de su bijouterie de oro”, desde “aquella pareja de waite” hasta “750 el hachado 600 la torta 200 el envío”? ¿Objetivista, lírico? Esas historias ya no existen, ¿verdad? Los pulmones, la ciudad, el campo, el amor, los andariveles suspendidos de los pueblos; como si el poeta supiera que hay un test ahí, sujeto al poema. Como alguien que carece de guía, simple huésped de este hospitalario libro, puedo decir que su
poesía nos recuerda a quienes escribimos, que la belleza no es, no debería ser un perfil estrellado,
(De la contratapa de Emiliano Bustos)
Está cosido a mano. La encuadernación es casera. Se utilizó Opalina roja de 200 grs para las tapas y papel Book Cell de 80 grs para los interiores.
Como un huésped de palabras en el hospitalario autor, en el hospitalario libro. “Los inspirados pulmones de bronce / que vendían pañuelos descartables / en avenida de mayo y nueve de julio”; la oveja “que convulsiona en el barro”. No hay un súper yogui de las emociones escribiendo “de esto y de nada más”. ¿Una oveja que convulsiona en el barro? ¡Pulmones de bronce! De algún modo, hay un poeta y una naturaleza que respiran con dificultad, pero es al mismo tiempo ese mundo de travesías astilladas, un giro, un abrazo en el color de las cosas: “con paciencia como si estuviese viendo oxidarse una parra / en un patio en catamarca”. La erosión, como un alma que se instala en todas las cosas, respira como nosotros, altera, como nosotros. ¿Es algo, es alguien, es todo lo que nos queda? En el cuerpo, en la naturaleza, en la economía. Tal vez la misma idea de erosión, como un alma de nuestro presente alterando el cuerpo, la naturaleza, la poesía. ¿Cómo anidar poéticamente desde “las empresas tabacaleras más importantes de los ee.uu” hasta unos “senegaleses deshojados / de su bijouterie de oro”, desde “aquella pareja de waite” hasta “750 el hachado 600 la torta 200 el envío”? ¿Objetivista, lírico? Esas historias ya no existen, ¿verdad? Los pulmones, la ciudad, el campo, el amor, los andariveles suspendidos de los pueblos; como si el poeta supiera que hay un test ahí, sujeto al poema. Como alguien que carece de guía, simple huésped de este hospitalario libro, puedo decir que su
poesía nos recuerda a quienes escribimos, que la belleza no es, no debería ser un perfil estrellado,
(De la contratapa de Emiliano Bustos)
Está cosido a mano. La encuadernación es casera. Se utilizó Opalina roja de 200 grs para las tapas y papel Book Cell de 80 grs para los interiores.